Al final los problemas y temores han quedado disipados. Las elecciones legislativas portuguesas dieron la victoria al candidato socialista José Sócrates, decidido impulsor de la Alta Velocidad en su país, en detrimento de la ya opositora Manuela Ferreira; la conservadora se inclinaba por ahorrar los costes de unas obras de ese tipo (entre ellas tender un puente sobre el Tajo que costaría cerca de 2.000 millones de euros) y abogaba por potenciar la red convencional. La unión de las dos capitales mediante tren AVE se perfila así como una realidad en un plazo de cinco años.
De hecho el Ministerio de Fomento que encabeza José Blanco ya se ha puesto manos a la obra. De los 1.562,5 millones de euros previstos para siete líneas de Alta Velocidad, que forman parte de una licitación enmarcada en la lucha contra la crisis económica y la creación de empleo, 127 se destinarán a la plataforma del tramo Grimaldo-Casas de Millán. Son 6,6 kilómetros que forman parte del Talayuela-Cáceres de lo que será la futura línea del AVE Madrid-Lisboa, de paso obligado por la provincia extremeña. Otros 620 millones se invertirán a lo largo de este primer trimestre del año en 11 tramos más.