¿Cuántas veces te has imaginado viajando de una manera y lo has acabado haciendo todo al revés? Estas contradicciones a la hora de viajar son mucho más frecuentes de lo que piensas y le ocurren a gran parte de la población. Un estudio llevado a cabo por Sigma Dos y encargado por Renault revela algunas de estas contradicciones. Por ejemplo, a más de la mitad de los encuestados les encantan las escapadas rurales para desconectar, pero confiesan que lo primero que hacen al llegar al hotel es preguntar la clave del WIFI.
Lo cierto es que hay cientos de contradicciones que todos hemos hecho alguna vez (¡o muchas!) cuando viajamos. A continuación, te dejamos las más frecuentes:
Quieres llevar lo mínimo, pero al final la maleta no cierra
“Voy a meter en la maleta solo lo imprescindible”. Seguro que esta frase ha sonado en tu cabeza cada vez que te has ido de viaje. Seguido de unos cuantos “por si acaso”. “Por si acaso me llevo otro par de zapatos, por si acaso pongo también un jersey, por si acaso me llevo ropa de fiesta, por si acaso también meto un par de mudas más”. Al final, acabas teniendo la mitad de tu armario embutido en la maleta y, por mucha técnica de doblado japonés que hayas practicado, nada te ahorra el tener que sentarte encima para cerrarla. ¡Además de unas cuantas blasfemias contra la cremallera o candado!
Quieres probar la gastronomía local, pero la pizza es tentadora
Desengañémonos, durante las primeras 48 horas de todos los viajes todo el mundo prueba platos típicos del lugar, pero, pasado este periodo, nos entra morriña de sabores más familiares. Es cierto que el número de días puede variar según tu nivel de valentía y, sobre todo, según la fortaleza de tu estómago. Pero, tras un tiempo sin probar bocado conocido, ¿quién puede resistirse a la pizza, las hamburguesas, la pasta o a un buen embutido (si lo encuentras)? Especialmente si se viaja a países con sabores muy distintos, como Japón o la India. Siempre merece la pena degustar las delicias locales, ¡pero qué bien sabe lo conocido!
Quieres desconectar de las redes sociales, pero subes un montón de fotos
Uno de los propósitos más comunes de los viajes son desconectar y alejarse de la rutina habitual. Eso incluye también el uso de las redes sociales, tan presentes en nuestro día a día. ¿Cuántos amigos te han asegurado que dejarían de lado su vida digital mientras están de viaje y luego no has parado de ver fotos y vídeos de sus vacaciones? ¡Más de uno y de dos! Seguramente a ti te pase lo mismo, como a la mayoría de viajeros. ¡Compartir tus experiencias a tiempo real es muy tentador!
Decides no traer souvenirs para nadie, pero vuelves con mil imanes
Quien dice imanes dice también llaveros, pulseras, peluches, figuras, postales, y mil recuerdos más que probablemente acaben olvidados en algún rincón. Todo empieza por los seres queridos más cercanos, cuando en algún mercadillo o tienda ves algún souvenir que crees que les gustará. O cuando recuerdas las recriminaciones de tus padres por no traerles nada de tus viajes anteriores. Una vez compras el primer souvenir, el círculo empieza a crecer a gran velocidad. ¿Si le compras un imán a tus padres, no le traerás nada a tus tíos? ¿Y a tus primos? ¿Y a tus amigos que siempre se acuerdan de ti cuando viajan? Ya es imparable.
Quieres improvisar para variar, pero acabas planificando todo el viaje
El deseo de querer desconectar durante los viajes va muchas veces asociado al hecho de querer ser más espontáneo. Improvisar, salir a la calle sin pensar qué camino llevar, vivir aventuras y salirse de lo establecido. Todos hemos pensado en hacer viajes sin tener nada planificado con antelación, pero muy poca gente consigue hacerlo de verdad. Aunque solo sea la reserva del hotel para pasar la primera noche, siempre se tiene algo planeado.
Quieres practicar el idioma, pero acabas comunicándote por señas
¿Quién no se ha comprado un diccionario pequeño de viaje con la ilusión de aprender las palabras cruciales para entenderse en un nuevo país? Aunque hoy en día las aplicaciones de idiomas están sustituyendo a estos diccionarios, el resultado es el mismo. Imposible pronunciar correctamente las expresiones comunes de idiomas tan alejados del nuestro como el ruso, el tailandés o el zulú, entre miles de otros. Al final se impone el lenguaje universal: apuntar con el dedo lo que quieres comprar, negar con la cabeza cuando no quieres picante en tu plato y, si eres una persona expresiva, aplaudir cuando te entusiasma algo de la cultura local. En definitiva, ¡por señas todo el mundo se entiende!
Te encanta viajar, ¡pero qué gusto da volver a casa!
Por más que te apasione viajar, volver a tu hogar siempre es reconfortante. ¡Y más si llegas con muchas anécdotas que contar y grandes recuerdos que compartir! Aunque nos gustaría estar de viaje indefinidamente, piénsalo, ¿tendría el mismo valor si viajáramos cada semana? ¿O se convertiría en rutina? Por esta razón, volver a casa y ver todo aquello que te es familiar, reencontrarte con tus seres más queridos, es decir, con tu perro o tu gato, es un momento tan feliz como partir a la aventura.
Y lo mejor llega por la noche, ¡por fin vuelves a dormir en tu propia cama y sobre tu propia almohada!
¿Cuáles de estas contradicciones viajeras te han ocurrido alguna vez? ¿Qué otras se te ocurren? ¡Te leemos en los comentarios!