La brisa sopla en tus oídos y, mientras se acercan las aguas turquesas de esa playa que ya está esperándote, solo oyes el murmullo del mar. Pero, de pronto, una bandada de pardelas baleares rompe la quietud, planean y aletean y se remontan con algo en el pico, un pececillo o un calamar. Sobre tu cabeza, inmóvil en el aire, hay una gaviota de Audoin, su silueta blanca es la vigía de sus compañeras, que te miran desde los islotes, mientras tu ferry va acercándose a tierra. Esta es la forma de llegar a una isla casi virgen del Mediterráneo, donde 200 especies de aves conviven con el hombre: el paraíso terrenal de Formentera.
La menor de las Baleares es bien conocida por su naturaleza protegida dentro y fuera del agua y por esa gestión medioambiental, sostenida durante décadas, que ahora garantiza la distancia social y con ella unas vacaciones sin estrés ni aglomeraciones y todo ello sin renunciar a playas, calas, bosques, pintorescos rincones con patrimonio milenario, pueblos mediterráneos de pescadores y de interior y una identidad gastronómica basada en la corriente slow food. Repartidas a lo largo de 88 kilómetros de costa de arenas blancas, se encuentran calas de roca y aguas color turquesa caribeño.
Un destino para todos
Este destino familiar, elegido tanto por por padres con niños como por por parejas que buscan unas vacaciones románticas en plena naturaleza, es ideal también para los aficionados al deporte. Con el verano se han inaugurado tres nuevas incorporaciones a sus rutas naturales, una para el avistamiento de aves, otra para hacer running y una tercera que pone de relieve el patrimonio cultural de la isla. Y es que si hay algo con lo que disfrutan sus visitantes es con las 32 opciones de itinerarios verdes para hacer a pie o en bicicleta, a través de pistas bien señalizadas, atravesando parajes naturales y, gracias a su longitud y escasos desniveles, ideales para todas las condiciones físicas y edades. Desde ir a la playa en bici sin cansarse, a ver el amanecer al salir a correr, con el canto de las aves rodeándote, entre bosques de pinos y sabinas o junto al mar, acercándote a faros, molinos, embarcaderos y torres de defensa.
Las playas
Y es que el visitante puede adaptar la isla a sus gustos, eligiendo entre las alternativas de experiencia que ofrece y que comienza, naturalmente, en sus playas. Ses Illetes es un icono y ha sido declarada en más de una ocasión como una de las más bellas del mundo. Ubicada en un Parque Natural, resulta perfecta para disfrutar de un trozo de paraíso tumbados al sol o para los largos paseos estivales. Similar a Llevant, ideal para amantes de las dunas y corazones que prefieren disfrutar en solitario. Las puestas de sol en Cala Saona son cosa de otro mundo y si eres de los que quieren saber cómo es estar en una playa salvaje, Cavall d’en Borràs, entre el bosque de sabinas y el mar, es perfecta para ti.
Las oportunidades para practicar deportes acuáticos son innumerables, con especial atractivo en el caso del kayak, el esnórquel o el paddlesurf y con una reserva marina de fondos impolutos y variada fauna, ideal para el submarinismo. Pero si por el contrario te apetece una playa familiar con paseo marítimo y todos los servicios, Es Pujols es perfecta, al igual que los cinco kilómetros de aguas turquesas y arenas blancas de Migjorn, próximas a hoteles, restaurantes y chiringuitos. Nuestro consejo, que pruebes una cada día.
Disfruta de la observación de aves
Lo ideal en Formentera es alternar tu tiempo de playa con recorridos por sus itinerarios verdes. Y, por supuesto, disfrutar con la observación de aves. Además de los aficionados a la ornitología, para el resto de viajeros es muy fácil practicar la ornitología , esa actividad natural que consiste en observar la fauna voladora. Formentera es el hábitat elegido por numerosas especies, algunas migratorias que tienen en la isla su hogar de paso y otras endémicas que solo pueden verse aquí, como la pardela y la curruca baleares. Las diferentes rutas diseñadas para esta actividad conducen a puntos de observación ilustrados con paneles y una normativa que protege adecuadamente el entorno sin restar disfrute al visitante.
El patrimonio cultural
La isla ha sido también un territorio disputado por navegantes, mercaderes y piratas, capaz de inspirar a Julio Verne y poblada de gentes que mezclaron pesca, agricultura y artesanía. Esta milenaria historia ha dejado rincones patrimoniales especialmente interesantes, que te sumergen en la cultura mediterránea. Y ,además de verlos, tocarlos y pasear por ellos, puedes conocerlos en profundidad con las audioguías disponibles en diferentes idiomas. Disfruta de faros, torres de defensa, acantilados, pueblos y también mercadillos donde llevarte objetos únicos, con las creaciones de los artistas y artesanos locales.
Gastronomía y slow food
Hemos dejado lo mejor para el final, lo que pondrá la guinda del pastel a tus vacaciones en Formentera: la comida. La cocina de este paraíso de las Baleares es muy singular, porque tenía tradicionalmente a su disposición muy pocos alimentos, de increíble calidad, que combinaron en platos de forma absolutamente creativa. Es la auténtica slow food de Formentera. Caracterizada por productos de proximidad, de productores locales, con platos tan de chuparse los dedos como el frit de polp (pulpo frito), la ensalada payesa (con pescado seco), el bullit de peix (guiso de pescado del día), el flaó (pastel de queso fresco con hierbabuena) o la greixonera (pudín de ensaimada). Estos y muchos más son fáciles de encontrar en los restaurantes de cocina local, siempre regados con sus famosos vinos de la tierra, también de producción autóctona.
Pero la experiencia no puede estar completa sin la visita a uno de los puntos de venta al que acuden los habitantes de la isla. Bien sea porque te apetezca preparar algún plato con sus verduras, hortalizas, pescados y carnes o bien porque quieras degustar sus quesos, vinos y embutidos. La gastronomía slow food es, por supuesto, lo que completa la experiencia de este paraíso en la tierra que es Formentera.