Lugar: Polinesia Francesa. Debido al alto precio del combustibe y a las altas temperaturas del clima tropical, los propietarios de un complejo turístico han tenido que buscar una forma alternativa para proporcionar aire acondicionado saludable y económico a los clientes. El agua de las profundidades ha sido la solución para ahorrar un 90% en la factura eléctrica.
Todo empezó en la cabeza de Marlon Brando, que ya quería convertir en eficientes y sostenibles las instalaciones en su isla. Desde los años 70 la Corporación Tahití Beachcomber ha investigado la energía térmica que aprovecha el agua fría del fondo del mar, y entonces la idea culminó con éxito al construir el hotel en 2006.
En lugar de depender de los combustibles fósiles para producir la energía que alimente el aire acondicionado de las habitaciones del hotel, el spa, la cocina y los restaurantes, la refrigeración de las instalaciones se sirve del agua del fondo marino, con un ahorro de 2,5 millones de litros en combustible.
Tras una prospección submarina de tecnología avanzada, una tubería de 2.400 metros, construida en cinco secciones de manera sólida para asegurar su resistencia, y ubicada en el punto más idóneo del fondo marino se bombea el agua a 5,5º. El frío se transmite a un circuito cerrado de agua dulce y se distribuye por las instalaciones, proporcionando aire acondicionado y refrigeración para la cocina.
El aire acondicionado que respiran los turistas y trabajadores del hotel es limpio, sin emisiones de sustancias tóxicas, totalmente respetuoso con el medio ambiente, gracias a este sistema que también es silencioso.
Además, por otro lado, la pureza del agua en el fondo marino es ideal para el spa de talasoterapia, ya que no ha estado expuesta a la polución atmosférica y acumula grandes propiedades remineralizadoras.
Se trata de una exitosa iniciativa verde que, si se realizara en otras partes del mundo, podría tener un profundo y positivo impacto en la reducción de las emisiones de carbono, sin tener que renunciar al confort.
Y es que ésta es una prueba más de que el turismo bien entendido no tiene por qué estar en conflicto con el medio ambiente…