En los días que siguieron a la tragedia del tren que descarriló en Santiago de Compostela la semana pasada, desde Renfe y el Gobierno español se procuparon en aclarar que el accidente no se había producido en un tren AVE y que ocurrió cuando el tren circulaba por una vía convencional.
Detrás de estas preocupaciones se encuentra, como hemos señalado hace unos días, la influencia que este accidente pudiera tener de cara a los concursos para construir líneas de alta velocidad en el extranjero. Entre ellos, el AVE en Brasil, cuyas condiciones exigen que las empresas que participen no hayan registrado ningún accidente mortal en AVE en los últimos cinco años.
Esto generó alteración entre las autoridades, con el temor de no poder optar a la adjudicación del macroproyecto brasileño. Sin embargo, el ministro de Transportes brasileño señaló que que “el Gobierno no quiere impedir participar a nadie, pues busca la mayor participación posible. El tren, por desgracia, iba a alta velocidad, pero no era de Alta Velocidad”.
Es decir, que en principio este grave accidente no sería un obstáculo para que el consorcio español pueda pujar por la construcción de la línea de Alta Velocidad que unirá las ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro. Aún así, el ministro aclaró que él mismo no es integrante del comité que evaluará las diferentes ofertas que se presenten al concurso por este AVE.
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