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El Alentejo es tierra de tradición y artesanía, con un largo legado de técnicas que pasan de padres a hijos. Visita el pueblo alfarero de Nisa o descubre las coloridas alfombras y tapetes hechos a mano de Portalegre y Arraiolos. Tampoco se puede abandonar Alentejo sind adquirir un recuerdo fabricado con corcho ni sin probar sus especiales Vinos de Talla, elaborados en ánforas.
Habría que estar loco para concebir aquí algo diferente a la slow food o a la cocina de kilómetro cero. Son sus señas de identidad, reconocida internacionalmente y llamada el gran "descubrimiento” gourmet europeo.
La vista más original y más difícil de olvidar del Alentejo se obtiene desde el aire, surcando los cielos en globo aerostático y disfrutando de la tranquilidad que carateriza a la región.
Los aclamados vinos alentejanos, que cuentan con ocho Denominaciones de Origen, son un auténtico símbolo de la región. Las bodegas tradicionales se alían con las últimas innovaciones para producir vinos únicos, promover catas, vistas, experiencias enológicas y noches inolvidables entre los viñedos.
Senderismo por la Ruta Vicentina, cicloturismo por la selvaje costa alentejana, paseos en barco en el lago Alqueva o un road trip pr la carretera N2, conocida como la Ruta 66 de Portugal. Alentejo es una región para descubrir al proprio ritmo, adentrándose en su historia y modo de vida.
Siendo la zona menos poblada del país, el Alentejo es un verdadero remanso de paz en el que maravillarse con sus numerosos castillos, murallas, fortalezas, templos romanos y monumentos neolíticos. Descubre pueblos como Évora, Elvas, Monsaraz, Estremoz o Marvao y enamorate de esta región llena de historia y naturaleza.
Experimenta el slow travel
En este rincón de calma, el slow travel se convierte en un arte: caminar sin prisa por calles empedradas, descubrir la historia entre las murallas medievales de Monsaraz, o dejarse llevar por el aroma de platos cocinados con amor y productos locales.
En el Alentejo, el tiempo se diluye entre el silencio de la naturaleza, la calidez de los pueblos y la inmensidad del cielo, invitando a recordar que la verdadera aventura también puede ser descansar, disfrutar y simplemente ser.