#EsMásDivertidoEnFilipinas

Desde el cerdo asado hasta la abundancia de mariscos frescos, a los filipinos les encanta comer. Su gastronomía posee ricas influencias de la cocina indígena, asiática e hispana; una mezcla de ingredientes, técnicas y sabores de lo más interesante que convierte al país en uno de los destinos culinarios más apetecibles del mundo. La comida filipina es resultado de la fusión entre el exquisito producto local y los cientos de hierbas y especias características del sudeste asiático, y de la sofisticación, el estilo y el gusto occidental.

Uno de los platos más tradicionales de la ciudad de Cebú es el lechón. De hecho, en Zubuchon y CNT Lechon sirven algunos de los mejores de Filipinas. En Café Laguna, Golden Cowrie Native Restaurant y Abuhan también pueden encontrarse los platos más típicos y representativos de la gastronomía nacional. Los paladares más sofisticados disfrutarán con el buffet internacional o el menú vegetariano de Shangri-La Mactan’s Tides y Marco Polo Plaza Cebu’s Cafe Marcoo.
También en el Cebú Waterfront Hotel & Casino’s Tin Gow (chino), Nonki (japonés), Café Orchidia (italiano) y La Marea (no te pierdas sus copas de brownie).

En Davao City prueba la cocina filipina o algunos de los platos más exóticos de la región, elaborados a base de carne de cocodrilo y avestruz. ¿Te atreves? Una buena opción es RiverWalk Grill.

En Manila disfrutarás de una maravillosa experiencia gastronómica, la más fresca, madura y dulce de todas: el mango. En esta ciudad, nunca estarás lejos de una sucursal del gigante local de comida rápida, Jollibee, incluso estando en algunos de los distritos patrimoniales más importantes, como Rizal Park e Intramuros.

En esta ruta gastronómica no debemos olvidarnos de Ilocos, que aporta a la cocina filipina algunos de sus sabores más característicos. Los ilocanos adoran combinar bagoong (pasta de pescado) con casi cualquier cosa, usando además ingredientes ácidos, como el vinagre de palma nativo. Del mismo modo, tienen también una inclinación especial por las verduras y el papaitan, una sopa típica elaborada a base de entrañas de vaca o de cabra.

Algunos de los platos que no debes perderte son: pinakbet, una receta de influencias indígenas elaborado a base de carne de longaniza con verduras y caldo de pescado o camarón; el poqui-poqui, berenjenas asadas y peladas que se preparan en forma de revuelto con tomate, cebolla y huevo; el bagnet, vientre de cerdo frito; y, cómo no, la salchicha nativa: la longganisa.

En Filipinas encontrarás una tierra de contrastes y cultura única. Sumérgete de lleno en el país y disfruta de sus museos, arquitectura, festivales culturales y música en vivo.

En Baguio podrás disfrutar de la artesanía local. La gente de la Cordillera es conocida por sus habilidades de tallado y tejido. El mercado del centro vende todo tipo de bulul tallado (dioses del arroz) y el infame Barrel Man. Es aquí donde podrás ver a los talladores en acción. Si buscas inspiración, no dudes en visitar la Galería y el Museo de Bencab. Construido en el borde de una colina, el museo, propiedad del artista nacional Ben Cabrera, ofrece unas vistas increíbles de la selva y el jardín. En su interior se exhiben obras maestras etnográficas en forma de cucharas, pipas y cuencos junto con diversas pinturas y esculturas. Echa un vistazo a las diferentes antigüedades, las obras litúrgicas y los fósiles de animales que una vez vagabundearon por el valle en el Museo Provincial Cagayan y el Centro de Investigaciones Históricas. Ofrece una oración en la Basílica Minore de Nuestra Señora de Piat, un conocido lugar de peregrinación. Y no vuelvas a casa sin visitar el tranquilo pueblo de Iguig y su particular inglesia, San Antonio de Galicia, la única de la provincia con contrafuertes tradicionales.

¿Qué es una gran aventura sin cultura y patrimonio? En Cagayan de Oro podrás comprender las costumbres y tradiciones locales en el Museo de Oro; o familiarizarte con la gente del norte de Mindanao en el Museo de las Tres Culturas y los Jardines de Malasag Eco-Tourism Village, gracias a las casas tribales que motean los senderos naturales. También, en el General MacArthur Marker, aprenderás más sobre el papel que jugó Cagayan de Oro en la historia, y sobre el general estadounidense, una de las figuras más importantes de la Segunda Guerra Mundial.

No olvides tampoco visitar el legado de Puerto Princesa en Batak Cultural Village, una de las comunidades más antiguas de Palawan y la más pequeña de las tres principales agrupaciones indígenas, hogar de quienes habitan la montaña de Batak. El pueblo tiene una galería y una tienda donde se venden artesanía local.

Déjate hechizar por exuberantes campos verdes de arroz, ciudades modernas y con muchísimo ambiente, volcanes forjados a fuego lento, cuevas y asombrosos ríos subterráneos, una fauna espectacular, y lo más importante, gente amigable y divertida. Así es Filipinas.

En Bohol encontrarás increíbles maravillas naturales: desde diminutos primates con ojos saltones hasta algunas de las especies de peces más grandes que se conocen en la actualidad. Filipinas ofrece a los amantes de la naturaleza de todo el mundo la oportunidad de disfrutar de una experiencia única en la vida. Entre ellas, las Chocolate Hills, más de mil doscientas colinas perfectamente simétricas ubicadas cerca de la ciudad de Carmen, famosas por el tono marrón que adquieren sus laderas durante los meses de verano, y nombradas Monumentos Geológico Nacional. Otra de las especies típicas de Bohol son el tarsero filipino. Este diminuto animal tiene unos ojos enormes y fijos al cráneo, un peso de poco más de 100 gramos, una longitud de 15 centímetros y la capacidad de poder girar la cabeza 180º a cada lado. Convertido en uno de los reclamos turísticos de la isla, pueden encontrarse en Loboc, aunque en la ciudad de Corella se localiza la Philippines Tarsier Foundation, donde se pueden ver en su hábitat natural.

En Puerto Princesa se encuentra el Parque Nacional del Río Subterráneo. La combinación del fantástico paisaje kársico con el río subterráneo hacen del área un paisaje de impresionante belleza natural. Declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad, el río tiene una longitud de más de ocho kilómetros y desemboca en el mar de China, sometiéndose en su punto más bajo a las mareas.
Se trata de una experiencia fascinante que se puede realizar a través de sus kilómetros navegables para disfrutar de sus formaciones rocosas naturales creadas por la disolución de la piedra caliza y de los distintos ecosistemas que se albergan en él. En el exterior, un sendero recorre las selvas bajo las que fluye el río.